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Las Viejas Culiadas

Señoras que sobreviven en espacios reducidos, húmedos y oscuros, especialmente en edificios vetustos y en decadencia. Son asiduas usuarias del conserje represor, ese que te llama exclusivamente para transmitirte el insufrible malestar de este espécimen. Dios las mantiene vivas por alguna misteriosa razón, quizás como castigo. Sabes que están ahí, silenciosas en la soledad, las veinticuatro horas del día, no salen, escuchándote, pendiente de cualquier movimiento, ruido molesto o conducta desviada. Con el tiempo adquieren tal autoridad que son capaces de introducirse en tus espacios para detener lo que ellas consideran maligno. En asambleas y reuniones varias se desmandibulan reclamando y levantando falso testimonio a vista y paciencia del divino.

Esta gente, con todo el respeto que se merece la longevidad, es de la más despreciable que se puede encontrar en la medula santiaguina. Casi tan nocivo como los lanzas del centro. Te estresan, te generan agarofobia estando en tu propio metro cuadrado, porque terminan estando demasiado presentes, se apoderan de tu super yo. Estas pendiente de no despertarles, ya que poseen una increíble sintonía con la administración de los edificios, quienes te multarán o llamarán a la fuerza pública ante cualquier evento que les importune. Si organizas alguna fiesta o reunión, andas saltón, solicitando bajar los decibeles de las carcajadas, música y vómitos. Ni hablar de tener sexo a lo bestia, son capaces de minitulizarte a citofonazos. No soy de andar deseándole la muerte a la gente, pero en ocasiones lo he pensado con estos seres humanos pre-tumba.

Hay un tema mal entendido de comunidad. El respeto se consensúa en el día a día. Pero parece ser que el reclamo es más poderoso que la tolerancia. Las normas al interior de un edificio son para poner límites, no para reprimir. Y hay gente que abusa de ello, de manera egoísta, quizás para significarse y existir en el reclamo. Vaya a saber uno. Evítelas, escape de ellas, o simplemente ignórelas. Hay suficiente Santiago para todos.

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